Creo que la última vez que fui al zoológico de Chapultepec, la canción “Osito Panda” de Yuri, aún sonaba en la radio… ¡DÉCADAS!
Pues bien, creo que en esa ocasión no visitamos el Castillo, así que esta vez, ¡we had to do it!
El Castillo se encuentra en la parte más elevada del parque, para quienes vivimos a nivel del mar ¡esto definitivamente representa un reto! Pero, me dije a mí misma, Irma, tú hacías Pilates, ahora entrenas todos los días a las 6:00 am ¡esto no va a poder contigo!… Y así fue, ¡llegué!, jadeando, pero ¡llegué! Me sentí cual Rocky Balboa en la cúspide, y oía a lo lejos la tan famosa canción “Gonna Fly Now” jajaja ¡qué loca!
Lo bueno es que ya habíamos comido en el “Museo del Jamón”, ubicado en la Plaza Míreles, no nos encantó la comida, pero sí muy pintoresco.
Sebastien, que tiene una condición de lujo, la subida, altura y demás, no le hizo pero nadita, ¡cuál cabra de monte subía el condenado!
Ahhh otro detalle, yo iba vestida para la ocasión ¡obvio!. Blusita negra bien fajadita, hermosa falda menta de flores amarillas y sandalias. Ya arriba, desfajada, la falda de lado y la bolsa arrastrando.
Bueno, bueno, todo volvió a su lugar y disfrutamos de un paseo a través de la historia de nuestro precioso México, desde la Conquista hasta la Revolución. Nos regocijamos la vista con prendas bordadas y mobiliarios de los emperadores. Sus bellos jardines y vista gloriosa, también digna de admirar. Descubrimos que los fines de semana, la CDMX es un lugar bastante tranquilo. Mucha gente sale a sus casas de campo o lugares cercanos, así que el tráfico es bastante manejable y puedes visitar con calma museos y lugares recreativos; sin temor a ser arrastrado por una ola de gente, que lo único que te permitirá es ver a lo lejos la pintoresca sala de baño de la emperatriz… Que si eres miope como yo y se te olvidaron tus lentes, ¡mi vidi, ya valiste!
Valió la pena la subida en ¡cuarta velocidad! y fui muy feliz en la bajada, tipo ¡libre soooooy!, porque ya estábamos tarde para una junta de trabajo. ¡Gracias UBER por existir!
Otro museo que no nos queríamos perder es ¡Soumaya!, había visto fotos de su imponente arquitectura exterior y la verdad, pensé que era más grande, ¡plop! Pero si te da oportunidad de sacar unas fotos fantásticas y por dentro tiene joyas de la cultura asiática, como las piezas talladas en marfil ¡son una maravilla, cuánto detalle!
Esa noche tuvimos evento de Endeavor, nos llevaron en el turibus, pero para nuestra mala suerte no nos tocó arriba para disfrutar del recorrido, aunque en algún momento empezaron los truenos y lluvia ¡y di gracias de no estar ahí! Llegamos a uno de esos lugarcitos, que de verdad, a menos que alguien te lleve, es prácticamente imposible que lo encuentres. Eso nos encantó de la ciudad, por todos lados hay pequeños tesoros dentro de la jungla asfáltica… El chiste es precisamente, lograr descubrirlos.
Se trataba de un tipo bar-resto japonés, justo enfrente del monumento a La Revolución ¡qué vista! Casi terminamos encima de los que daban su “pitch”, porque la lluvia se enfureció en algún momento, pero fuera de eso, fue una muy linda noche llena de descubrimientos a nivel personal y de trabajo.
No se pierdan el “next” … ¡Exploración Coyoacán!