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Back to América - Part 1

Ahora sí que los deje “re-mal” la semana pasada, pero ¡I’m back!

Me toca contarles la historia de nuestros regreso a América, para ser exactos a Miami… ¡Yes! Con 25 años, no hay forma de que eso pudiera tomarse como una mala noticia, ¿verdad? Pues tomamos nuestras maletas, algunas cajas y dimos gracias de que todo lo demás era prestado, sino, ¡imagínense la mudanza!

Pisamos nuevamente continente americano, en el año 2002. ¡Ahora sí!, estábamos listos para nuestro primer depa con ventanas normales.

Nuestra primera adquisición fue un colchón inflable, al cual le dábamos muchos usos, como comedor, escritorio, sofá, etc… Aaahhh, las bondades de ser jóvenes, y no levantarse de una cosa de esas, ¡con ciática!

Pero bueno, estábamos muy contentos de esta nueva etapa, así que “des-pa-cito”, como dice la canción, fuimos amueblando ese pequeño nuevo hogar. Nuestra segunda compra tenía que ser: tan ta taaaan, ¡una verdadera cama! OBVIO; así que salimos en su búsqueda y encontramos una que nos pareció espectacular, con cabecera y base de madera, noooo bueno, ¡nos encantó!

Al día siguiente la llevaron al depa y comenzaron a armarla… cuando quedó lista, me asomé y era “monstruosa”, pero literal, casi llegaba al techo y necesitaríamos una escalerita para poder subir y bajar. ¡Pero en qué estábamos pensando! Lo bueno es que ya ven que en USA, cambios y devoluciones es algo muy fácil de hacer, así que desarmaron nuevamente la “dinocama” y compramos una bien normal: colchón y base, ¡listo!

Cuando nos “invitaron cordialmente” a dejar Francia, los documentos que nos dieron para poder vivir en USA eran: Sebastien H1B (trabajo) e Irma H4 (acompañante), lo cual no me resultó inquietante en un principio. Así que ¡a disfrutar se ha dicho!, porque la vida en Miami es muy cool… mis ocupaciones se resumían a ser “ama de depa”, gym, vida social con nuevos amigos, alegres reencuentros con otros, salidas aquí, allá, conociendo la nueva ciudad y sus alrededores. Fuimos muy felices "living la vida loca”, jajaja y Seb comenzando su nueva experiencia profesional viajando intensamente.

Después de unos meses de “viva la fiesta”, me cayó el veinte… yo no podía trabajar, no con esa visa. Bueno, no hay mal que por bien no venga, así que empecé a buscar algunos proveedores “del otro lado” para mis papás, que ya tenían una boutique, y esa actividad lleno un poco ciertos espacios… Ahora me doy cuenta, que me convertí en una permanente indagadora, siempre en la búsqueda de un estilo diferenciado. Esa experiencia, sin duda, ayudó a pulirme.

Un año pasó volando, y de pronto tuvimos una gran oportunidad: comprar nuestra primera casa, ¡se imaginan la emoción! Sebastien siempre ha sido muy perseverante y con objetivos muy definidos y la verdad yo no canto mal las rancheras, así que esa vocecita que nos decía: ¡No tiren su dinero en renta, inviértanlo en una casa!, la escuchamos muy bien.

Creo que fue la tercera casa que visitamos y ¡PUM!, fue amor a primera vista. Precio por arriba de nuestras posibilidades, pero el papel aguanta todo (uppss), luego casi firmamos, después nos la ganaron y cuando ya la dábamos por perdida, nos llaman para decirnos que ¡los dueños aceptaron nuestra oferta! No lo podíamos creer ¡estábamos locos de felicidad!

Recuerdo perfectamente la mudanza, ya para ese entonces teníamos, además de la cama, un sofá, una “coffee table” y un pequeño comedor. Rentamos un U-HAUL y con ayuda de un amigo subimos las cosas y partimos a esa nueva aventura.

¡Ahora sí!, éramos los dueños… aunque fuera en papel y con un “mortgage” de miedo… pero al fin y al cabo dueños, de una hermosa casita de los años 30, con techo a dos aguas y tejas, con los espacios necesarios para nosotros dos y por sobre todas las cosas, con un jardín de ensueño.

Les platico que la instalación no fue de color rosa, mientras aquí el ingeniero gozaba de la piscina, yo lloraba limpiando el refrigerador ¡lleno de pelos del perrote negro de los dueños anteriores! Y eso que adoro a los perros, pero ¿en serio? ¡dentro del refri!.

Pero bueno, después de ese “lapsus magdalénico”, todo fluyó cuál debería ¡y más aún! Nuestra casa se convirtió en el segundo lugar preferido para las fiestas, después de Miami Beach… Ahora que lo pienso, ¡debería haber cobrado derecho de admisión!; hasta llegar a servir de búnker para todos los french desalojados de la playa, por el huracán.

¡Aaahhhh, qué maravillosos recuerdos tengo de esa época de nuestras vidas! Todo iba viento en popa, y como aún le queríamos dar “vuelo a la hilacha”, los hijos no encajaban en esa dinámica… ¿Qué seguía?… ¡pues un perro! 

¡Abuuur, por hoy!, pero no se pierdan la segunda parte de esta tragicomedia, les va a encantar leer, como casi me arranco el cabello de ya no saber qué hacer sin trabajar y cómo enloquecimos con las terribles ocurrencias de una “pequeña y adorable” perrita.