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La aventura de ser mamá

 A veces por las noches, y también discretamente en algún momento del día, contemplo a mis hijos. En ocasiones una cálida satisfacción personal me abraza, pero algunas veces las frías sombras de las dudas también aparecen.

Tengo un adolescente de 12 años, que cuando era pequeñito me decía que él jamás se casaría, que viviría en el departamento cerca de casa para siempre estar con nosotros, lo tengo grabado. También tengo una pequeña de 7 añitos, que cuando era aún más chica, decía que ella no quería tener bebés ni casarse. Ciertamente mi corazón, ligeramente caprichoso, desearía aún tenerlos de esas edades y que sus ideas permanecieran. Las mamás luchamos constantemente con el paso del tiempo…

La realidad es que ser mamá pone todo en perspectiva y que al cabo de 12 y 7 años, he hecho las paces con que no todo será perfecto, que cometeré errores y que aunque estos seguramente me serán cobrados con creces cuando sean adultos, aún podre decirles: “chicos, ustedes no vinieron con ningún manual”.

Dentro de esta montaña rusa de emociones, encontramos todos esos pequeños momentos que se vuelven grandiosos. Sus primeros pasos, sus abrazos entregados, sus logros, y sinceros “te quiero”. Recuerdo perfecto el primer día de clases de mi primogénito, estaba preparada para que llorara por no querer separarse de mí, era lo “lógico”; sin embargo, agarró su mochila, la mano de su maestra y me volteó a ver con una sonrisa. A mí nadie me preparó para eso, así que recogí mi corazón hecho pedazos y fui a llorar mi desdicha dentro del coche.

En casa, tengo la gran fortuna de que mamá y papá somos iguales: el tiempo, el trabajo, responsabilidades y diversión son enteramente compartidas. Soy muy afortunada. Ahora bien, ostento un título sagrado: el de “mago”, porque cuando algo desaparece, no hay mejor persona que yo para encontrarlo.

Ser padres ha llenado nuestras vidas de innumerables recuerdos, anécdotas, desvelos, alegría extrema, sinsabores, aventuras compartidas, tristezas, nuevos amigos, muchas mascotas… Es un trabajo de tiempo completo y el que nos dará la mejor recompensa en la vida: personitas justas, equilibradas, con mucho amor a si mismos y al prójimo.

De vez en cuando, cuando las cosas no le salen como quiere, mi hijo se encarga de hacérmelo saber, con aquella frase utilizada por generación tras generación: “¡mamá, es que eres muy mala!”, a lo que siempre contesto: “lo sé, ahorita soy la bruja más mala del cuento, pero el tiempo se encargará de hacerte ver si tenía razón o no”.

Y así es, el tiempo se encargará también de hacerme ver si erré o acerté, lo cierto es que estoy haciendo, junto con su papá, lo mejor que puedo, sin manual.

Los amamos hijos y siempre estaremos para ustedes. 

Dedicado a aquellas mujeres y hombres que con todo el amor y paciencia del mundo, abrazan la gran responsabilidad de encaminar personitas.

 

Afectuosamente,

Co-Fundadora